miércoles, 28 de octubre de 2009

A cuatro meses de tu muerte.


La semana pasada se ha decretado el procesamiento del cabo Ramón Pavez como autor del delito de Violencia innecesaria causando Lesiones Graves, y en contra de Agustín López Ahumada, Juan Carlos Muñoz Muñoz y Ricardo Pino Pino, todos guardias del denominado Pub Constitución, estos últimos como autores del delito de Lesiones Leves, todos en contra de la persona de Mario Oviedo Aguilar. El primero ha quedado en prisión preventiva, y conocerá de la apelación la I. Corte Marcial de Santiago, que podría concederle la libertad provisional.

Ineludiblemente nace la pregunta de por que razón nadie aparece procesado por homicidio, denegación de auxilio, o alguna figura penal relacionada directamente con la muerte de Mario, y no solo con lesiones. La respuesta está en que hasta la fecha el Servicio Médico Legal de nuestro país no ha podido determinar la causa directa de la muerte. Se habla de una especie de shock súbito que ocasiona el fallecimiento, o “síndrome de delirio agitado”. Dicho cuadro aparentemente no se encuentra muy estudiado por la ciencia médica nacional y en caso que la muerte haya tenido como etiología dicho fenómeno específico, estaríamos en presencia de un caso rarísimo, inusitado, y que huele más bien a un subterfugio, considerando que en la dinámica de los hechos hay involucradas personas que le ocasionaron al menos lesiones graves. El Derecho es la cristalización del sentido común, y siendo así resulta sin duda más lógico pensar que alguien tiene responsabilidad directa, que no pensarlo, considerando además que en su defecto se trataría de un suceso de ínfima ocurrencia, un caso fortuito.

Así las cosas, exigimos a los facultativos y peritos en cuestión aclarar la causa directa de la muerte de Mario, pues a nuestro juicio resulta al menos poco transparente que profesionales dedicados a la medicina forense de reputado nivel y supuesto crédito, no hayan podido llegar conclusión atendible alguna. Aún así, estas ambiguas conclusiones se encuentra aún en estudio y esperamos que se recalifique a la brevedad el delito en cuestión por el que corresponda según la justicia, y que los efectivos involucrados, quienes sin duda son un peligro para la sociedad y cuya existencia debería avergonzar a su institución, paguen como corresponde por sus torcidos actos.

Es absolutamente insuficiente el procesamiento por los delitos indicados.

Con respecto al actuar del denominado Bar Constitución, todas las seguridades que nos han dado en un principio sobre la no participación de sus empleados en la muerte de Mario han quedado desacreditadas, y el procesamiento de sus dependientes, ha desnudado su verdadero actuar. El mismo día de los hechos estas personas se han apresurado a mostrar imágenes totalmente descontextualizadas de Mario en las que aparece descontrolado, pero han omitido en su plan el ignominioso desenlace, y como no, si habían sido ellos mismos quienes habían iniciado el final, atacado a Mario entre varias personas, y ante lo alevoso de esta situación, aparece como acreditado que éste volvió al lugar a denunciar y reclamar por un abuso, por un delito, cosa que cualquier persona normal podría hacer.

La Opinión Pública deberá juzgar el actuar de estas personas según su defecto ético y jurídico. Llamamos a condenar la injusticia, pues nadie merece su egoísmo y sus sórdidas motivaciones.

Con respecto a la manera como han actuado nuestras Instituciones, Carabineros de Chile se comprometió con nuestra familia, de voz de su propio General Director, a “tomar las medidas del caso”, una vez cometido este crimen. Cabe entonces ahora evaluar si han actuado en la forma como establece su compromiso contraído, la Ley, y las reglas de la democracia. Los instamos a explicar, por transparencia, que es lo que han hecho para evitar, remediar, o condenar estos acontecimientos, si acaso lo han hecho. Con respecto al actuar de la Brigada de Homicidios, desde el comienzo de su intervención en el proceso tuvieron problemas diversos para llegar a la verdad. Tendrán así mismo sus razones y esperamos que sean éticas, pero lo cierto es que a la postre han sido reemplazados en el caso por la brigada de Derechos Humanos de la PDI, quienes, precisamente por tratarse de un caso de Derechos Humanos, han actuado conforme la razón demanda.

Como conclusiones, quisiéramos reiterar categóricamente que nuestros esfuerzos irán siempre orientados hacia la dictación de sentencias condenatorias que establezcan responsabilidad penal por la muerte de Mario, y no por lesiones, independiente de la entidad que estas sean. Por otra parte, condenamos la bajeza moral e instamos a todos quienes hayan tenido responsabilidad sea penal, administrativa, política, y por sobre todo ética, a no defender o amparar a quienes creen atados por lealtades falsas, por telarañas, pues aunque sus acciones encuentren amparo en sus intereses, las nuestras están amparadas por la dignidad, pues la estatura de querido amado Mario es más alta que cualquier injusticia.

viernes, 7 de agosto de 2009

A ratos el cielo se torna negro. No hay nadie más.

Nadie

Yo tampoco.

Y en el, ser sino un buitre

que carroña sus propias viseras.

Las pocas que lograron salvarse.

Como quien mira por una ventana

sin ver nada más que el tiempo pasar,

pero sin poder accionar sobre él.

empujarlo.

Como quien sube una cuesta

caminando de espaldas y mirando pendiente abajo,

hacia donde se pierde el camino.

De existir Dios (como al igual que todos espero), él sabrá donde nos lleva esa ruta ciega.

A ratos puedo ver

el final virtual del horizonte.

O la alfombra de luces que la luna traza hacia ella sobre el mar.

Y ocurre que para llegar al final es lo mismo:

recolectar pequeñas luces sobre el agua ennegrecida por la noche.

Pero que hay más allá de esa línea?

Resulta duro pensar

que tras el horizonte en realidad hay más de lo mismo.

No se llamaría así.

Quizás no es redonda la tierra

sino que en su borde está la muerte.

Por eso los días mueren en el horizonte.

Nada es tan cierto como la nada,

Pues nada es tan cierto como la muerte.

martes, 28 de julio de 2009

A un mes de tu muerte.


La vida a veces nos remece. Sin duda quienes habíamos creído que nuestros caminos transitarían en forma tranquila y natural hasta la vejez, abruptamente nos vemos obligados a tomar otro rumbo. Irónicamente, la muerte es lo único cierto en la vida, y la partida de nuestro querido Mario nos ha dejado una espina clavada en el alma. Pero así como encontramos el dolor cara a cara, hemos encontrado verdades que quizás no veíamos pese a situarse ante nosotros: La verdad del Amor; La verdad en lo trascendental que es estar y permanecer unidos; En querernos, pero no sólo de pensamiento sino también de palabra y de actos. Hoy más que nunca es necesario que todos los que acá estamos nos digamos a la cara el amor o afecto que sentimos mutuamente, y eso nos ayudará a dejar esta sombra tras de nosotros y alumbrarnos con la luz que cada uno lleva.

Mario fue un gran hombre. Nació dentro de una familia maravillosa, que no solo se ha contentado con el traer hijos hermosos al mundo y educarlos para el Bien, sino además de hacer suyos a otros niños en el sublime acto de amor de la adopción. En el colegio San Ignacio todos lo recordarán como un alumno destacado, perfeccionista, y pleno de fe en Dios. Cosa similar ocurrió en su paso por la Universidad Católica. Se destacó así mismo por su profunda inteligencia, el pacifismo de su espíritu, y su inagotable alegría de vivir. Estas cualidades lo llevaron de adulto, a ser un verdadero ejemplo para la sociedad. Buscó la forma más ingeniosa de darle un mejor vivir a los despojados, explorando hasta el límite las posibilidades de una vivienda social, trabajando en Un techo para Chile, o simplemente divulgando su mensaje de amor en todos nosotros quienes tuvieron la oportunidad de cruzarse en su camino. Mario fue un hombre que buscó la verdad a toda costa, y lo cierto es que a veces la verdad duele, y mucho, pero no por eso él desistió de ella, y con su ejemplo de bondad nos enseñó a entregar nuestra vida por los otros. Y el sentido de esta frase quizás no lo comprenderíamos sin su muerte, pues ésta ha revitalizado en todos nosotros el verdadero camino en la vida, que es vivir por y para los demás.

Nos espera una larga senda, y en la que algunos, como ya lo han hecho, pondrán todos sus esfuerzos y recursos enfocados en la impunidad y en el resguardo de bajos intereses. Platón nos dijo que no hay hombre más desdichado que aquel que comete un delito impunemente, y en tal sentido, confiamos plenamente en el actuar de nuestras instituciones democráticas. Nos ha costado mucho como sociedad el jactarnos de ser un Estado de Derecho, y no podemos permitirnos dilapidar esa condición mediante la impunidad de crímenes viles. Es ahora cuando realmente se ponen nuestros principios y discursos a prueba. Cuando es David contra Goliat, cuando se confronta la realidad con el encubrimiento, la verdad con la mentira. Por eso hacemos un llamado a todos quienes les cabe responsabilidad en este penoso hecho, sea por contarse dentro de quienes tratan de aclarar lo ocurrido, como dentro de quienes tratan de ocultarlo, para que reflexionen en conciencia sobre las implicancias de su actuar, no tanto para los otros sino para sí mismos, y actúen conforme la vida misma nos exige. Sabemos que hay quienes seguramente no comprenderán esto, y con respecto a ellos, ya los hemos perdonado, pues el perdón es el mínimo acto de dignidad humana, pero por el natural equilibrio de las cosas, si su pena y expiación no llegan en esta vida, vendrán de Dios mismo, y sobre todo de la suciedad de su conciencia.

Querido Toño, nos diste tanto que tu partida nos quitó todo. Pero debes saber que nosotros honraremos tu memoria y figura como se merece un grande como tú, y no descansaremos hasta inundar con la herencia de tu bondad y alegría cada uno de los caminos por los que transitemos, hasta que nos reunamos contigo en algún lugar, en algún momento, pero mientras tanto, seguiremos más vivos que nunca, y serás tú nuestra luz en cada amanecer pero también en el ocaso. Pues fuiste nuestro, y nosotros tuyos.


Tu familia y amigos.

martes, 30 de junio de 2009

A Mario.

Con Mario fuimos uno solo, incluso desde antes de que tuviéramos uso de razón. Estuvimos unidos toda la vida por una relación profunda y fructífera, y siempre nuestras diferencias genéticas, físicas, y de pensamiento, fueron un factor que nos unió en vez de separarnos pues fue la persona con quien más he conversado, y no hubo tema que no tratáramos en nuestras largas y divertidas tertulias. Queríamos cambiar el mundo. Íbamos a cambiar el mundo juntos. pero sin él no puedo hacerlo. No puedo solo. Hace cuatro años nos emancipamos juntos, y jamás olvidaré sus palabras: “acá viviremos”, que es donde aún yo lo hago. Él por su parte, se disponía a partir a Londres, Inglaterra, a continuar sus estudios de arquitecto. A sus treinta años poseía una inteligencia y sabiduría notables. Era uno de los tipos más brillantes que me tocó conocer, y tuve la suerte de ser su hermano, de aprender de él y admirarlo en su lo luminoso de su virtuosismo, pero más allá, en la excelencia de su persona y sus valores, una palabra manoseada pero que en el realmente se personificaba pues su nobleza era la del mismo oro. Fue mi mejor amigo, y mi mejor ejemplo, y siempre estábamos juntos, salvo por aquella noche. Siempre le dije que se cuidara, y el a mi. Siempre le dije que si le ocurría algo me iba a morir yo con él, y el también me dijo lo mismo muchas veces, pero el destino puede ser tan cruel a veces. Creo que de parte de los avatares de mi vida puede salir gracia a su ayuda, a su consejo, pero era un hombre terco, que cuando enojaba iba hasta el final. Hoy nos vemos enfrentados al irreal y tortuoso trance de verlo morir, y de esta forma. Jamás sentí algo así, y el dolor que su muerte me ha causado es una herida que solo puede dejar de sangrar pero nunca cicatrizar. He escrito estas líneas, desde el verdadero dolor, para demostrar que las cosas más terribles ocurren, y uno no está absuelto de sufrirlas. El cuidar nuestra integridad solamente depende de nosotros mismos, y aún cuando creamos que somos inmortales, como en nuestra pueril humanidad normalmente lo hacemos, pues no lo somos, y sin embargo todo el tiempo estamos tentando al destino con nuestras ínfulas. Mi primo Mario fue un gran hombre, sin duda. Durante sus treinta años fue un ejemplo para muchos de los que lo conocimos y especialmente para mi. Hasta en su muerte nos ha dado una lección: a cerca de la levedad del ser. De nosotros depende no quedar en el camino. Hermano de mi corazón, debes saber que yo llevaré tu mensaje tatuado en mi pecho. Hasta que se a mi a quien encuentre el final.

jueves, 25 de junio de 2009

Michael Jackson



Según he leído, Michael Jackson nació el año 1958, es decir a esta fecha contaba con 51 años de edad. Su padre, un tipo rudo, no permitía que sus hijos tocaran guitarra en la casa. De todos modos los mayores formaron una banda mientras él trabajaba. Michael, incluso a los 3 años los acompañaba tocando bongoes o coros. Lo descubrió su madre, quien vió en el un prodigio. A los cinco años era la estrella de la banda, cuyo primer disco fue patrocinado por Diana Ross, estrella del sello Mowtown. El ´72 sacó su primer tema solista: Got to be there. Posteriormente, en el 76 rescindieron el contrato con Mowtown, debido que nos les permitían componer sus propios temas, cuando si se toleraba a Seteve Wonder o Marvin Gaye. En el 79 conoce a Quince Jones y edita “Off The Wall”, un LP que en lo musical va desde el hard Rock hasta el disco y lo catapulta a la fama mundial. Luego sacó el clásico Thriller, el disco más vendido de la Historia. Pero las estadísticas son tema a parte; Recorrió estilos pasando del Rock, al Soul, Funk, Rap, hip hop, dance, y varios más. Tocó con Van Halen, Lionel Richie, Cline Dion y todos los artitas pop que existen, pero además con Tom Petty, Santana, Pual Mc Cartney, Ziggy Marley, Alejandro Sanz; fue amigo de Marlon Brando, Scorsese, Stephen King, Tony Motilla, con quienes además colaboró artísticamente. Compró los derechos de los temas más importantes de The Beatles y se cambió el color de piel. Michael Jackson ha tenido cabal influencia en la música popular, el baile, las artes en general, la televisión, el cine, los negocios, el espectáculo, y otros órdenes. Dueño de un talento extraordinario. La coreografía del video del tema Bad, que ha sido catalogada como una de las mejores de la historia (quizás por quien) la creó el mismo, como así mismo creaba gran parte de las demás coreografías y arreglos artísticos, además de tener una voz privilegiada y un estilo no se puede catalogar sino de único, pero en el buen sentido de algo artísticamente único, e influyente. Por lo de las estadísticas, busqué en la web y la cantidad de premios que tiene en las más diversas categorías y artes es como de ochenta. Lo trataron de antisemita, corruptor, comunista, y un sinfín de otros apelativos más, que le fueron proferidos por las más empinadas personas. Elizabeth Taylor lo llamó “The King of Pop, Rock and Soul”. Dicen que se volvió loco. Tuvo problemas judiciales de los que salió absuelto, pero claro, el daño a su imagen estaba ya causado. Dicen que empobreció y que al final incluso sus megaeventos programados para el futuro inmediato serían protagonizados por un enfermo terminal. Se puede tener todo y nada en una misma vida. O más bien todo y lo que deriva de todo. Nunca falta la persona que dice que “la gente no se muere así como así”, que estaba pedido, que se yo; el hombre fue el más famoso del mundo toda una vida y terminó loco como una cabrita, ni siquiera como cabra, y de paso convertido en un ser indefinido entre niña, niño, mujer u hombre. Podrá soportar cualquiera el frenesí de esa batalla sin perder el juicio en su fragor ? Lo dificulto. Bueno, pero fuera de estas pseudoideas, su genio no tiene parangón en el arte del siglo XX, fue el que más vendió, más ganó, más cambió. Fue, en cierta forma, todo en el show, que hoy baja su cortina.

jueves, 18 de junio de 2009

Justicia humana y no divina





Hay un tema recurrente entre los abogados a cerca de la necesidad de refundar el Código Penal, y en general la legislación penal, adecuándola a la realidad actual en cuanto a la importancia comparativa de los bienes jurídicos, y su protección. Un ejemplo a saber: El delito de homicidio simple tiene una pena que va desde cinco años y un día, idéntica pena mínima que para el delito de robo, ya sea con fuerza en las cosas o con violencia en las personas. Incluso este último tiene una pena máxima mayor. Formalmente, entonces, la sociedad entiende que esos delitos en cierta forma son igualmente graves. Pero en el fondo, creemos nosotros que son igualmente graves?. La respuesta en general será un no, por forzosos motivos. Casi nadie en su sano juicio cree que matar a alguien es menos grave que robarle o asaltarlo.

Ayer estaba mirando un juicio oral, inadvertido con mi atuendo formal entre el público. Observé declarar a los testigos y los alegatos, para luego presenciar el veredicto del tribunal. La prueba era clara en contra de los imputados: Tres carabineros decían que habían visto aun piquete de muchachos abordar a la victima y luego ellos mismos los aprehendieron. Las víctimas eran dos chicos que seguramente iban bien borrachos, lo que quedó tácitamente acreditado pues no recordaban realmente nada con precisión. No podía avizorar claramente como se decidiría el caso. Si bien las pruebas eran innegables con respecto al acaecimiento del delito, no lo eran tanto con relación al elemento participación del ilícito. Son muchos los factores que entran entonces en juego, y se torna especialmente importante las implicancias de cada una de las dos opciones (condena – absolución) la hipótesis condena significa enviar a la cárcel a los imputados - nueve muchachos veinteañeros con un estilo totalmente afín a la actividad que se les pretendía -, cinco años a la cárcel. Esto por que es demasiado difícil que el tribunal pueda rebajar el mínimo legal de la pena al concurrir la agravante de pluralidad de malhechores. Los tenían que absolver. Los jueces saben que fueron pero no los pueden mandar a la cárcel cinco años por un celular, una chaqueta y un portalentes: “Sumo derecho es suma injusticia”. Estoy convencido que si la pena asignada al robo fuera de quinientos cuarenta y un días, o tres años y un día, los habrían condenado. Comparando la pena con las de otros delitos, nos aparece una irracional y lamentable disparidad entre las que castigan unos delitos y otros. Si bien las razones formales para la absolución tienen lógica - entre otras cosas por que nadie puedo decir “Este joven fue” -, sostener que no eran las mismas personas era realmente contrario a la lógica, al menos de la manera como quedaron establecidos los hechos. Además sustentar un fallo condenatorio en este caso era incluso más fácil, pues había más hechos (en cantidad) que los incriminaban, que aquellos que los absolvían.

“El aparato punitivo del Estado no puede enviar a una persona cinco años a la cárcel por robarle a alguien, en pandilla, una casaca y unos lentes”. Como contrapartida, en el derecho privado, si es menos el daño es menos la indemnización, pues esta tiene una determinación ante todo cuantitativa. Pero tratándose de un delito penal, su apreciación no es sino cualitativa, y al mismo tiempo rígida. De este modo, podríamos decir que la denominada legalidad, o tipicidad de la pena son conceptos que eventualmente producen injusticias, y debe llegar un momento en que sean los propios jueces quienes determinen en forma privativa y discrecional la extensión de la pena. En un tribunal colegiado de tres jueces, profesionales de probada experiencia y conducta ética pueden perfectamente en caso de condena (que es la decisión primaria del aparato punitivo) determinar la extensión de la pena de acuerdo a su experiencia y criterio. Dicha libertad, sometida a debidos límites, claramente podría perfeccionar nuestro derecho penal haciéndolo más justo.

jueves, 11 de junio de 2009

El sordomudo.


Ocurrió que hace unas semanas, decidimos con mi amada comer un rico heladito en el siempre romántico Parque forestal. Nos encontrábamos prestos a elegir el sabor, cuando se me acercó un individuo sordomudo de baja estatura y flaco. Me pidió una colaboración, y mientras sacaba la billetera para darle un poco de aquello que ahora extraño, mi polola me indicó discretamente que se trataba de un timador. Acto seguido guardé mi billetera y eludí cortésmente al sujeto, pero en instantes, este me comenzó a recriminar en silencio con ademanes poco amigables y guturales sonidos, ya que al parecer había entendido que nuestra reticencia se debía a que desconfiábamos de su condición, lo que con justicia le irritó. Continuó insultándome por algunos minutos calladamente pero con gestos no muy comedidos, hasta que en cierto momento mi paciencia se agotó y lo encaré molesto diciéndole y gesticulando que se fuera. No era posible que no me dejara tomar un helado en paz con mi novia.

Cuando terminamos, tomamos la bicicleta y rodamos en dirección oriente, y en el momento en que divisé una camioneta de Carabineros, mi espíritu vengativo me compelió a molestar al uniformado con el tema. Me acerqué y le expresé que más allá había un tipo que, por si acaso, había algún problema, que lo considerara, y otras tímidas indicaciones, a lo cual el hombre me contesta “No puedo hacer nada, esa persona es inimputable ante la Ley, a esta frase respondí en forma absolutamente rutinaria, refleja, “a, si, soy abogado”. En ese momento me dijo - a si que abogado?, exhiba su identificación de abogado...¡¡¡ – ahí entendí que este hombre quería desquitarse conmigo por alguna razón, y continuó: “Además, al no tener identificación usted comete otro delito que es suplantación de identidad, o algo así” – Me encontraba a esas alturas irritado. Le entregué el carné y comenzó a pasearse y a parar los autos con mi documento en la mano. Yo esperaba junto a mi polola con una sensación mezcla de ira y desconcierto. Por más cosas que yo le decía, entre ellas “Usted no ha tenido la actitud que el Código Procesal Penal le demanda”, a ver si entendía de una vez que yo si era abogado. Le dije que no había querido ponerme por sobre él, ni por debajo de él, ni nada, solo le respondí en forma refleja pues en verdad soy abogado. Le expliqué que la calidad de abogado se acredita con la patente de impuesto municipal y en ese minuto, por obvias razones, no la llevaba (era domingo en la tarde). Se mantenía en su postura, la de torturarme. Intervino mi novia, y en cierto momento el personaje creyó al fin lo que yo le decía, y que solamente había querido importunarlo con un asunto del todo intrascendentes, y que yo era un idiota, y todo eso, y terminó por decirnos, “estudien jóvenes, estudien para bien” (sic). Nos retiramos del lugar con desgano y desde ese día que les temo a los Carabineros. Trato de no interactuar con ellos, y lo hago solamente cuando es por algo divertido. Ojala continúe así.

Recuerdo que tampoco perdí el tiempo en explicarle - por una parte - que es errado jurídicamente que el sordomudo sea inimputable, de hecho ni remotamente lo es - y por otra - el delito de suplantación de identidad no corresponde a la acción que yo supuestamente realizaba, y de hecho esta es irrelevante penalmente.